Los olores son una máquina del tiempo (Es-En)

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Hola amigos de @hive-164923, la zona más verde de la blockchain.

Constantemente hablo de los olores como ese detonante de los recuerdos. Por ejemplo 35 años después de haberme separado de mi padre, en una visita a la Capital, tuve frente a mi un frasco de Oil Spice y me lo acerqué a rostro y les confieso que debí sentarme en la cama y procesar todo aquel torrente de emociones que me atraparon.

El cerebro humano es una bóveda donde archivamos momentos y todos los vínculos posibles. Las imágenes se restablecen con olores y sabores como por arte de magia. Es una llave maestra, invisible e inmaterial, capaz de desbloquear recuerdos con una precisión demoledora.

A diferencia de los otros sentidos, el olfato nos lleva por rutas cerebrales insosoechadas, el aroma toma un atajo directo y primal. La fragancia de un perfume, el olor de la tierra humeda o petricor; el aroma de la comida de nuestras madres no son solo sensaciones; son portales en el tiempo.

Hoy sentí esa misma sensación cuando Leo, mi novio, me trajo esta guayaba del Perú. La otra guayaba criolla con el color rosa o la transgénica que es más grande no me despiertan tantas añoranzas como la guayaba del Perú.

Leo me mostró que estaba algo estropeada, pero no importa, el sabor, el olor tenue me devolvieron una vez más las matas de guayabas cercanas al palmar. Hasta allí íbamos llenos de miedo pero anhelando una de estas guayabas blancas.

Escuché un día que estas sensaciones están regulados por el sistema límbico, ese que hace que un bebé o un perrito respondan a algún sonido con llanto o mimos. Esta experiencia es pura magia cotidiana, me gustan estos estímulos porque me hacen sentirme viva.

Al sentir un aroma vuelves a tener la edad donde lo adquiriste. La memoria no llega como un pensamiento, sino como una escena.

Este poder de los olores es a la vez un don y un azar. Un don porque nos permite revivir, con una fidelidad pasmosa, instantes de pureza emocional que creíamos perdidos.

Es el olor a la lima que me devuelve la casa de Carmen y Pitín con su místico hogar con olor a humo y las paredes decoradas con postales y recortes de revistas. Es fruto del azar, porque no elegimos qué atesorar. El mismo mecanismo que rescata la felicidad puede desenterrar fantasmas.

Afortunadamente esta guayaba del Perú solo me traen a aquellos niños correteando entre los árboles, escondiendo bajo tierra las frutas como si fuesen tesoros. Aquellas cavas cubiertas por hojarasca nos daba felicidad.

El pasado nunca se va del todo; solo espera, agazapado, a que un olor lo conjure y quizás si podemos elegir buenos recuerdos.

Esta unión entre el aroma y el recuerdo es la prueba de que somos criaturas hechas de tiempo y emoción. Los ojos pueden engañarse, los oídos pueden ser seducidos, pero el olfato, en su simplicidad química, no oculta la nostalgia.

El olfato es el sentido más honesto, el que teje los hilos invisibles de nuestra vida. Cada persona lleva consigo un universo de olores, un mapa secreto que, con solo un olor, puede hacer saltar por los aires el presente y lanzarnos de cabeza al pasado. Al final, somos lo que recordamos, y parte de esos recuerdos están en lo que hemos olido.

Cuando ya tenía redactado este post, lei este texto de @camelia28 y aquí se lo ofrezco

https://ecency.com/hive-180164/@camelia28/perfumes-and-perfumers-or-or

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Smells are a time machine

Hello friends of @hive-164923, the greenest zone of the blockchain.

I constantly talk about smells as that trigger for memories. For example, 35 years after being separated from my father, during a visit to the Capital, I had a bottle of Oil Spice in front of me. I brought it close to my face and I confess I had to sit down on the bed and process all that torrent of emotions that trapped me.

The human brain is a vault where we archive moments and all possible connections. Images are restored with smells and tastes as if by magic. It is a master key, invisible and immaterial, capable of unlocking memories with devastating precision.

Unlike the other senses, smell takes us through unsuspected cerebral routes; the aroma takes a direct and primal shortcut. The fragrance of a perfume, the smell of damp earth or petrichor; the aroma of our mothers' cooking are not just sensations; they are portals in time.

Today I felt that same sensation when Leo, my boyfriend, brought me this Peruvian guava. The other native guava with the pink color or the transgenic one that is larger don't awaken as much longing in me as the Peruvian guava does.

Leo showed me that it was a bit bruised, but it doesn't matter, the taste, the faint smell once again brought back to me the guava bushes near the palm grove. We used to go there full of fear but yearning for one of these white guavas.

I heard once that these sensations are regulated by the limbic system, the one that makes a baby or a puppy respond to a sound with crying or affection. This experience is pure everyday magic, I like these stimuli because they make me feel alive.

When you smell a scent, you return to the age when you first experienced it. The memory doesn't arrive as a thought, but as a scene.

This power of smells is both a gift and a chance. A gift because it allows us to relive, with astonishing fidelity, moments of emotional purity that we thought were lost.

It is the smell of lime that brings back to me the house of Carmen and Pitín with its mystical home smelling of smoke and walls decorated with postcards and magazine clippings. It is a matter of chance, because we don't choose what to treasure. The same mechanism that rescues happiness can unearth ghosts.

Fortunately, this Peruvian guava only brings back to me those children running among the trees, hiding fruits underground as if they were treasures. Those pits covered with leaf litter gave us happiness.

The past never completely leaves; it just waits, crouching, for a smell to summon it, and perhaps we can choose good memories.

This union between aroma and memory is proof that we are creatures made of time and emotion. Eyes can be deceived, ears can be seduced, but smell, in its chemical simplicity, does not hide nostalgia.

Smell is the most honest sense, the one that weaves the invisible threads of our lives. Every person carries with them a universe of smells, a secret map that, with just one scent, can blow the present to smithereens and throw us headlong into the past. In the end, we are what we remember, and part of those memories are in what we have smelled.

When I had already written this post, I read this text by @camelia28 and I offer it to you here.

https://ecency.com/hive-180164/@camelia28/perfumes-and-perfumers-or-or

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En mi casa desde pequeño había muchas matas de guayaba, entre ellas 2 de guayabas del Perú blancas como esa. Ya no están ni tampoco vivo ahí, era un pueblo de campo, que aunque conservo la casa ahora estoy en la ciudad y casualmente hace unos días cuando salí a comprar comida, ví que vendían muchas guayabas y recordé lo fácil que era merendar o matar el hambre en aquellos tiempos con solo salir al patio y tumbar unas guayabas lo mismo así directo de la mata a la boca sin siquiera lavarlas, que en batidos o dulce o mermelada porque también había azúcar claro. Una de esas del Perú crecían tanto que con comer una te llenaba el estomago y tenían un sabor delicioso. Un abrazo Iris.

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Es así como lo cuentas. Es hermoso haber tenido esa experiencia. Un abrazo 💜

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Por un momento pensé que era la fruta Noni que huele muy feo pero que tiene propiedades muy buenas para combatir el cáncer.

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Es una guayaba diferente si

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¿Pero es dulce? siempre me ha parecido que las guayabas entre más oscuras, más dulces xD, bueno no es que sea muy fanatico la verdad, de peque si.

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Si como no, es dulce y su olor es más suave, sin la estridencia de la gustaba criolla.

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Mm que delicia de guayaba amiga, gracias por recordarme que existen. Aquí en Colombia no las he conseguido como aquellas llamadas del Perú. Ciertamente el olfato nos activa la magia del recuerdo y los sentimientos suelen aflorar, sobretodo si son personas que no están junto a nosotros. Me permito escribir esta décima:

Quiero saborear una guayaba
que contenga el sabor de mi país
un recuerdo que llevo en la raíz
cuando en los setenta degustaba
frutos silvestres siempre que jugaba
en mi manso pueblo natal, mi amiga
Iris, gracias por tan lozana espiga
que al día le emana en su reposo
de los amigos siento el decoroso
dulce sabor a niño que me instiga.

Salud!! 😇🌺

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Parecerá locura, pero leyendo tu post y viendo las fotos, puedo sentir el aroma de la guayaba blanca. Qué delicia 🥰

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Esa es la idea jjj evocar recuerdos 💜🤍

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Saber que esa guayaba estuvo en mi mano jjj.
Es cierto que hay olores, sabores que nos llevan de la mano a recordar, el olor del romero por ejemplo me recuerda a tu casa, huele a cariño, a hogar 🥺

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Ay que linda, si estuvo en tu mano y como quería hacer fotos no te di 🤣🤣. Aquí tengo tu jabón que da olor a mi cuarto. Un abrazo

💜🤍

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Si que nos regresan y si el recuerdo es agradable aspiramos el olor como a la misma gloria.

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El olfato es el más primitivo de los sentidos y el que menos podemos negarle su uso. A los demás les podemos negar el uso, pero este, al estar tan ligado a la respiración es imperioso.
Lástima que sea el que más perdemos.
Se imaginan entonces, si mantuviésemos la misma calidad de apreciación de este sentido desde nuestra infancia???
El banco onírico-memoria-sensorial sería la hostia!!!
En mí, el de la lluvia al acercarse es de mis favoritos...
Lindo día

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Pues el banco está, solo falta que retorne. Un abrazo

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